Contaminación, consumo, precio, mantenimiento: analizamos los motivos que pueden animarte a olvidar la gasolinera (o a seguir como hasta ahora).

Un buen porcentaje de personas con intención de adquirir un vehículo nuevo comienzan a barajar la opción de que este sea un coche eléctrico. Pero ¿realmente conviene comprarlo? ¿Qué hacer?

Defensores y detractores ven en esta nueva apuesta por la movilidad un buen número de pros y contras. Afortunadamente, ya contamos con algunos usuarios que llevan al menos dos años conduciendo coches eléctricos y es hora de que nos cuenten su experiencia:

LO QUE DICEN SUS DEFENSORES
No sé si conoces a alguien que te cuente su experiencia directamente, pero Internet está lleno de testimonios favorables de usuarios de vehículos eléctricos, algunos incluso los comparten en vídeos de YouTube. Todos coinciden en que las ventajas del coche eléctrico por encima de los vehículos de motores térmicos o de combustible son fáciles de enumerar incluso por alguien que no los conduce:

1. No contamina, ya que su motor no quema combustible ni genera CO2 directamente. Esto produce una sensación de conciencia ecológica entre los propietarios de estos vehículos bastante positiva.

2. Hace poco ruido. Prácticamente solo el que produce la rodadura de los neumáticos sobre el asfalto. Todos coinciden en que no hay que elevar la voz para conversar dentro del habitáculo, y tampoco hay que poner la radio más fuerte porque no se oye con el motor.

3. Mantenimiento más barato. El gasto de mantenimiento que han tenido que realizar con este tipo de vehículos es prácticamente inexistente y se limita a la revisión rutinaria anual. El motor eléctrico, a diferencia del térmico, no tiene componentes refrigerantes que reducen la vida del motor, tampoco tiene marchas con lo cual todas esas piezas que cuesta mucho arreglar dejarán de preocuparnos.

4. Buena aceleración. Los motores eléctricos son muy potentes y dinámicos y la aceleración es rápida y constante. Esta facilidad de uso impacta positivamente en el conductor de este tipo de coches, que ve mayores prestaciones en ellos que en sus antiguos vehículos de motor térmico.

5. Aprovecha mejor el habitáculo. Su motor asíncrono de jaula de ardilla es más pequeño y no ocupa el mismo sitio ni el mismo espacio que antes. No tiene que ir en la parte delantera o trasera, sino que puede estar incluso en cada eje. De esta forma, la mayoría del espacio del coche está destinado a la habitabilidad.

6. Mayor eficiencia. Uno de los aspectos que más destacan los usuarios de vehículos eléctricos es el ahorro, ya que el precio por cada 100 km ronda el euro, mientras que en el caso de un vehículo de combustible estaría entre los 6 y 8 euros cada 100 km. Necesita menos energía para realizar el mismo esfuerzo.

7. Mayor ahorro. El bolsillo también lo nota en cuestiones como el seguro, que es más barato, las visitas al taller que se reducen y pequeños ahorros como que no hay que pagar en las zonas azules de las ciudades.

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LO QUE DICEN SUS DETRACTORES
Parece mentira que con tantas ventajas puedan existir desventajas en este tipo de vehículos, pero la verdad es que se centran en una sola: la inmadurez del sector hace que los usuarios de vehículos eléctricos todavía sufran deficiencias que se transforman en inconvenientes.

1. Son más caros. Un vehículo eléctrico es más costoso que uno de motor térmico. Aunque hay ayudas y el consumo de combustible compensa la inversión (si lo usamos muy a menudo), es cierto que sigue siendo caro. Lo que resulta más caro son las baterías, que duran poco y su valor es alto. Actualmente se alquilan y se van renovando cuando es preciso, pero es posible que en el futuro sean baratas y sencillas de intercambiar.

2. Tienen poca autonomía. Quizás sea la desventaja que más tira para atrás a alguien con intención de comprar un coche eléctrico. La media de autonomía es de unos 200 km. Lo bueno es que todo avanza y hace poco se anunció que el Renault Zoe contará con una versión con hasta 400 km de autonomía. Tesla, por su parte, comunicó que tiene lista la batería P100D, capaz de recorrer 600 km.

3. Hay pocos sitios de recarga. Aunque los puntos de recarga para el coche eléctrico crecen en el mapa de las ciudades cada año, es cierto que aún son insuficientes. Por otra parte, es preciso instalar una toma de corriente especial en el garaje. Y, por supuesto, supone además tener garaje. Es de imaginar que a medida que crezca la demanda habrá más puntos donde recargar rápidamente un coche eléctrico. Al menos existen iniciativas como la del Ayuntamiento de Madrid, que propone el proyecto Metrolinera, puntos de recarga con energía limpia producida por la frenada del metro, aunque solo hay una estación de carga.

4. La recarga rápida es poco recomendable. Es una de las recomendaciones de los fabricantes de baterías, que indican que la recarga rápida repetitiva puede afectar a la vida útil de las baterías de coche. Nos queda, de momento, la opción del garaje propio (o convencer a los vecinos de que te permitan instalar una toma de corriente para el coche).

5. Menos talleres. Es cierto que se estropean poco, pero si necesitamos llevarlo a un taller especializado en modelos eléctricos es muy posible que no lo encontremos cerca de nuestro barrio, puede que incluso ni en nuestra localidad. Obviamente, tan solo cuando la demanda crezca crecerán los servicios.

6. Algo contaminan. Los vehículos no producen gases, pero la producción de energía eléctrica para su recarga se produce en su mayoría a partir de procesos contaminantes. Las centrales térmicas y nucleares producen residuos nocivos para el medio ambiente. La solución es sencilla: potenciar y promocionar más el uso de energías renovables (solar, eólica, mareomotriz…) para algo tan ecológico como cargar vehículos eléctricos.

7. La industria participa pero se frena a sí misma. Son continuos los avances de las marcas de sector de automoción por sacar nuevos modelos y más avanzados de vehículos eléctricos. Pero lo cierto es que ya existe tecnología para que estos hitos sean mayores y sin embargo no se ven las mismas proezas que en marcas nativas emergentes del coche eléctrico. Algunos expertos sostienen una teoría de la conspiración que, por otra parte se ha comentado en los mentideros toda la vida: que la industria petrolífera frena el avance de las energías renovables en el transporte y que en este caso son las marcas tradicionales de automoción, que controlan la fabricación de motores térmicos, las que frenan la proliferación de un motor eléctrico que podría construir cualquiera y quitarles su hegemonía.

Después de leer todo esto, solo te queda decidir a ti.

 

Articulo visto en ElPais.es