Gracias a esta tecnología, se pueden llegar a analizar partículas de cualquier tipo de material del tamaño del ADN.

Para comprobar la durabilidad de los materiales utilizados en la pintura de los vehículos los laboratorios de algunos fabricantes de coches emplean microscopios electrónicos. Seat es una de las firma que usa este tipo de herramientas en Martorell, sede de la marca española, para certificar la calidad de estos elementos.

La compañía destaca que esta tecnología permite una resolución superior a los 100.000 aumentos, llegando hasta el nanómetro, lo que significa que pueden llegar a analizar partículas del tamaño del ADN.

Cualquier tipo de material que componga el vehículo puede ser analizado (metales, tejidos, plásticos o pinturas), aunque una de sus principales funciones es realizar test que confirmen que los componentes de la pintura no tienen impurezas imposibles de detectar a simple vista.

De esta forma, se puede alargar la vida útil de las piezas y evitar que los vehículos pierdan el brillo original con el paso de los años.

Asimismo, explica la enseña, los estudios con microscopía analizan las diferentes capas del coche (menores de 0,12 milímetros), “de esta manera, se asegura que la carrocería no se desconche, por ejemplo, ante impactos de piedras”.

Otro de los aspectos que se controlan es que todas las piezas del coche tengan el mismo tono y que una vez juntas haya armonía entre ellas. “La percepción del color es algo subjetivo pero gracias a estos análisis científicos, el cliente puede comprobar por sí mismo que parachoques, puertas y capó tienen el mismo color”, subraya la firma.

Por otro lado, el fabricante recuerda que teniendo en cuenta que la luz de cada país no es igual, esta tecnología certifica que “el tono se aprecie siempre tal y como ha sido diseñado y que se mantenga brillante y como nuevo durante más tiempo

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